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miércoles, 7 de diciembre de 2016

La gente siempre está quejándose

Date la oportunidad de que el tiempo que pasas quejándote, empléalo en intentar ser feliz.


Qué fácil es quejarnos y qué difícil es mantenernos agradecido y contentos con las cosas que sí hemos logrado en la vida. ¿En algún momento te has puesto a pensar cuántas personas desearán tener lo que tú tienes y llegar dónde tú has llegado? Pero muchas veces la inconformidad y la queja no nos deja disfrutar de nuestros logros.
Nos quejamos de Dios, de la familia, del cónyuge, de los padres, de la economía, del clima, de lo que tenemos y de lo que nos falta de todo.
La queja no nos lleva a nada bueno, aún hacemos que nuestra propia familia nos rechace porque quién va querer estar con una persona que sólo sabe quejarse y quejarse.
La queja lleva a más amargura y el desánimo toma control para no permitirnos avanzar y empeorar las cosas.

No vale la pena quejarse a cada momento hasta de las insignificancias de la vida. Recordemos que lo que hablamos se queda grabado en nuestra mente, y de tanto repetirlo llegamos a creer que es verdad. Es así como una mentira adquiere legitimidad en la vida de una quejumbrosa. 
Entonces comienza a vivir en un mundo catastrófico, fatal e infortunado que ella misma ha fabricado
Para algunos de nosotros, la adversidad tiene que ver con un problema de salud. Para otros es una espinosa carrera con continuos cambios de trabajo. Para otros es que les intenten cargar con la responsabilidad de una situación familiar.
Es duro vivir con la adversidad, pero debes comprender esto: Cuando te quejas, pierdes el derecho a la gracia que te permitirá sobrellevarla. La fortaleza y el gozo necesarios para experimentar la victoria están a nuestro alcance.
Lo segundo, cambiemos la queja por una alabanza. Cuando nos veamos tentadas a empezar el repertorio de las quejas, cambiémoslo por un repertorio de alabanza a Dios. Alabar a Dios cambia por completo nuestra perspectiva ante cualquier situación.
¿Sabías que la queja es un pecado y que además, te convierte en alguien amargado, egoísta y pesimista, incapaz de ver las cosas buenas que te rodean y disfrutarlas?
El quejarnos no cambia nada, sólo satisface nuestra naturaleza pecaminosa. El quejarnos libera “energía emocional negativa” en una manera que provee alivio momentáneo de una situación o circunstancia que quizás sea frustrante para nosotros.
Núm. 1:1, quejándose, murmurando, lloriqueando, refunfuñando y Dios envió fuego del cielo. Escogieron quejarse, o sea que escogemos nuestras actitudes. Ellas no nos escogen a nosotros, nosotros las escogemos, las seleccionamos a ellas.
Núm. 1:1, Nuestros problemas de actitudes no los podemos adjudicar a nadie, no podemos excusarnos diciendo: “es la actitud de mi mamá la que heredé”, “es culpa de mi papá que yo sea así”, “es mi jefe”, “es mi vecino”, “son mis circunstancias”.
Las malas actitudes son maneras de pensar habituales y dañinas y a veces no nos percatamos que las tenemos. Nos acostumbramos a reaccionar de una manera específica que nuestras decisiones se vuelven automáticas y creemos que forman parte de nosotros, lo que no comprendemos es que trágicamente las consecuencias son automáticas también.

Una verdad crucial acerca de la queja es la siguiente: Quejarse es un pecado. Pecado es errar el blanco, es fallar en relación a las justas y santas demandas de Dios. Nuestra queja nos puede conducir a enojo, amargura y aún depresión.
Cuando nos quejamos, herimos a Dios. Dios se afecta cuando escucha nuestras quejas y ve nuestras actitudes incorrectas, ¡porque el quejarnos cuestiona la Soberanía de Dios!
La queja es una expresión de un sentimiento dolor y resentimiento. 
Es la expresión de un sentimiento de disgusto, frustración o inconformidad por alguna situación que no se ha podido resolver.
El reclamo es la acción de protestar o exigir una acción o el cumplimiento de un derecho que se considera debe ser cumplido.En todos los matrimonios es muy frecuente encontrar actitudes de queja y reclamo debido a las diferencias de opinión en las parejas. No obstante es un tema del cual se debe tener extremo cuidado, ya que si no se controlan estas actitudes se van a generar discusiones y frecuentemente ofensas que van deteriorando la relación matrimonial.
La queja es una manifestación de inconformidad y rebeldía hacia la dirección de Dios.
Cuando nos quejamos pecamos contra el carácter de Dios, ponemos en duda que Él es un Dios bueno, poderoso y fiel.
Es una manifestación de injusticia, considerando bueno lo que realmente es malo y lo que nosotros consideramos malo cuando realmente es bueno.
La queja se convierte en amargura que contagia a los demás.
Muchas veces es una manifestación de codicia, porque siempre queremos más y más.
Nos quita el gozo y el disfrute de las maravillas de Dios a nuestro alrededor.
La queja es un hábito común en las personas amargadas y pesimistas. Se deleitan buscando de qué quejarse para tener un tema de conversación generalmente negativa que no conduce a nada.
La queja, no resuelve nada, porque es inoperante, no aporta soluciones, es el recurso de los amargados que no se atreven a cambiar lo que no les agrada, ni aceptar lo que no pueden cambiar ni a las personas como son.
Los chismes y las críticas también son quejas sobre los defectos que tienen los demás; y el problema es que no llegan a ser conscientes, son formas de comportamiento habitual, un modo de ser, criticón y chismoso, que se complace en ser juez implacable de los demás.
Todos nos quejamos sin darnos cuenta, hasta la persona más positiva del mundo se queja sin ser plenamente conciente. Se trata de no emitir juicios, hablando menos, porque la palabra es un instrumento que puede dañar más que un cuchillo.
Una primera medida para convertirse en alguien que no se queja es evitar a las personas quejosas, criticonas y chismosas.
No pierdas el tiempo lamentándote por lo que no tienes o por lo que no puedes alcanzar. Pregúntale a Dios cuál es Su plan y Su propósito para tu vida y espera. Un día, sin darte cuenta, estarás haciendo lo que siempre quisiste. Cambia tus quejas por paciencia, esperanza y fe.

Es claro que quien se queja está insatisfecho. Lo malo es que algunos eligen la queja como respuesta universal a todos sus problemas. Emplean más tiempo y energía en lamentarse, que en buscar soluciones para eso que les causa tanta insatisfacción.

Amigos y amigas les deseo las mejores bendiciones y que Dios los guarde y los lleve de victoria en victoria por favor comentar y dejar sus sugerencias.



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