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sábado, 9 de julio de 2016

Belleza


Existen diversos tipos de belleza física entre las que se destacan: cuerpos perfectos y elegantes, los rostros con facciones bonitas y ojos hermosos, también está la belleza del atleta con sus cuerpos esbeltos y flexibles.

Pero cuando hablamos de belleza física estamos hablando de "belleza exterior" y este tipo de belleza en el mejor de los casos dura dos o tres décadas. Pero ¿qué hay de la otra belleza?, "la interior", la que se mantiene radiante toda la vida y perdura por la eternidad, esa belleza que se encuentra en los corazones humildes, agradecidos y llenos de amor, esa belleza que emana de las mentes brillantes que han decidido vivir sus vidas haciendo la voluntad de Dios.

No hay belleza física que se pueda comparar con la dignidad espiritual o el atractivo de una mujer llena de paz. Es una persona serena porque su confianza y su seguridad están en la paz que reflejan. Es una persona con dignidad porque su valor y sentido se hallan en algo más allá de lo superficial.

Rápidamente diríamos que la belleza es tener el peso ideal, estar delgadas, un rostro liso o un cabello sedoso. Relacionamos la belleza con nuestro aspecto exterior y con los patrones que el mundo ha establecido para definirla.

Vemos mujeres perfectas y hermosas en la televisión, anuncios desde el carro, portadas de las revistas y películas en el cine.

Allí encontramos claramente estos patrones que inconscientemente tenemos en nuestra cabeza y los utilizamos como punto de referencia para evaluarnos a nosotras mismas.

Existe una presión social para copiar estos modelos y alcanzar la belleza ideal. Muchas veces nos proponemos parecernos a estas mujeres y nos obsesionamos de tal manera, que terminamos haciéndonos un daño físico y emocional con consecuencias lamentables.

Yo quiero decirte hoy que Dios te ha creado especial y hermosa y ninguna creación de Dios es desagradable ni despreciable, sino es bendita, hermosa y única ante sus ojos. No hay dos mujeres iguales en el mundo. Cada una tenemos atributos y cualidades especiales en nuestro cuerpo y personalidad.

Si tienes un alto concepto de ti misma, te sentirás hermosa y confiada con la ropa que sea y cuidarás tu aspecto sin obsesionarte. Si tienes tu autoestima lastimada, no importa lo que hagas, seguirás sintiendo que nunca es suficiente y verte al espejo será una tortura porque nunca encontrarás la imagen que quieres ver.

Esta confianza en ti misma proviene de tu confianza en Dios. Una sana autoestima, que no es más que el concepto agradable y especial que tienes de ti misma, es lo que te va a permitir lograr lo que te propongas, aceptarte cómo eres y mantenerte hermosa sin que esto te cause estrés ni dolor en tu corazón.

Serás feliz cuando cada mañana te mires al espejo y le des gracias a Dios por tu vida, por tu salud, por tu rostro, por tu cuerpo. Comprométete contigo misma para cuidar tu cuerpo y mantenerte bella, pero entiende que la verdadera belleza proviene de lo que eres.

La mujer se ha transformado  por lo menos así nos lo quieren mostrar todos los medios de comunicación, las películas y multitud de libros en un ser par exhibir; un instrumento de lujuria para satisfacer las pasiones carnales de hombres que ni se aman a sí mismos porque ni siquiera se conocen y ni saben para qué fueron creados, así que mucho menos podrán amar.

Lo triste es que tantas mujeres caen, casi desde niñas, en este engaño. El engaño de lo que parece ser la meta, el sueño dorado que nos llevará a la máxima felicidad y a la máxima plenitud en la vida de una mujer.



En Proverbios 31:30
"Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; La mujer que teme a Jehová, ésa será alabada".
Proverbios 31: 10 - 12
Mujer virtuosa, ¿quién la hallara?
Porque tú estima sobrepasa largamente a la de las piedras preciosas.
El corazón de su marido está en ella confiado Y no carecerá de ganancias.

Le da ella bien y no mal. Todos los días de su vida.

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