El desánimo es como la pérdida de todas nuestras facultades
emocionales, espirituales y físicas, pues nuestra mente sufre un bloqueo que
impide que actuemos.
Una persona desanimada es presa fácil del alcoholismo, la
drogadicción,...
el adulterio, el egoísmo severo, la envidia, el satanismo, la
fornicación, el temor, el ocultismo, la brujería, la bulimia y otras
deficiencias del carácter.
Cuando estamos pasando por situaciones adversas como enfermedades, crisis económicas,
enemistades, desilusiones los comentarios malsanos que hacen otras personas,
tales como: chismes y descalificaciones acerca de nosotros podrían
desanimarnos.
Esto nos hace reflexionar un poco en cuanto a que todo ser
humano, sin importar su status social, su nivel de éxito o si es famoso o un
desconocido, se enfrentará al gladiador más común y conocido llamado
«desánimo».
«Los grandes líderes también son seres humanos necesitados
de una palabra y un abrazo cargado de ánimo».
El desánimo es malo en cualquier momento en que hace su aparición,
pero si hay un momento en que resulta más peligroso es cuando estamos a punto
de llegar a nuestra meta, a punto de cruzar al otro lado.
Cuando todo está a punto de lograrse, cuando sólo apenas nos
faltan metros para llegar a la meta de nuestra vida, no le quepa a usted la
menor duda que será bombardeado con pensamientos de desánimo.
Vivir en el desánimo divide a la mente, haciendo difícil
concentrarse en algo que no sea nuestro dolor. Entonces la ira se convierte en
habitual, y buscamos a alguien a quien culpar, a las personas a nuestro
alrededor, o a nosotros mismos.
La frustración que no se maneja bien puede convertirse en
depresión, lo que a su vez puede alejarnos de los demás la gente no disfruta de
la compañía de alguien amargado y derrotado. Este aislamiento conduce a baja
autoestima.
Aunque todos enfrentaremos el desánimo, no debemos
regodearnos en él. En vez de eso, Dios quiere que le confiemos todo, aun
nuestras expectativas no satisfechas y las tristezas más profundas. Recuerde
que hay un propósito divino en todo lo que Él permite que toque las vidas de
sus hijos (Ro 8.28)
El enojo es otra señal común de que alguien está desanimado.
Cuando esto ocurre, el disgusto puede desarrollar un espíritu de venganza, y
finalmente llevar al desquite. Si usted permite que el enojo crezca, sin
resolverlo, el mismo se convertirá fácilmente en depresión. En este caso, el
resentimiento actúa como un cáncer que se esparce lentamente y destruye toda la
vida.
Lo que más uno necesita en ese momento es que Dios nos
hable. Dios está deseoso de hablarte y mostrarte la salida. Aunque creas estar
sintiendo dolores de muerte, en realidad no son otra cosa que dolores de parto.
Se acerca un nuevo nacimiento de lo que Dios quiere hacer, cosas que va a
utilizar para bendecirte. Son la antesala de bendiciones nuevas.
Dios no te ha traído hasta aquí para que des marcha atrás.
No dejes escapar a tu esperanza. Pues todavía lo mejor está por venir a tu
vida. Dios está en el silbo apacible de la comunión íntima. Por tanto no te duermas,
no te distraigas, no te abandones en el desierto del desánimo sino búscalo más
que nunca y recibe su consuelo, su fortaleza y su dirección.
Levántate, come del sustento que Dios te da y recorre el
camino pues esta crisis solo es el inicio de algo nuevo que Dios está por hacer
en tu vida.
Señor, Grande es tu
nombre en toda la tierra. Hoy sé que
vivo por que tú me has fortalecido y animado.
Cuantas veces he sentido que no puedo continuar. Te pido que me ayudes una vez más hoy para
levantarme y llegar hasta aquel que se siente desanimado y sin fuerza. Por la fuerza que tú me has dado yo puedo
llegar hasta ellos para darle mi mano y mi aliento.
Que DIOS bendiga grandemente nuestras vidas y las guarde en el hoyo de su mano.
Dejen su comentario y sugerencias.
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