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viernes, 12 de agosto de 2016

Cuidado con los vicios

Todos tenemos hábitos, unos buenos y otros malos. Cualquier cosa que hagamos automática o inconscientemente es un hábito. 
Los buenos hábitos, como por ejemplo ser ordenado, cortés, puntual y bien educado, son una maravilla. Pero cuando las costumbres que adquirimos son perjudiciales para nosotros y para los demás, cambian de nombre y pasan a ser vicios.
El perfil más clásico de quien juega de modo patológico es el de una persona caprichosa, con problemas de ansiedad, dificultades de adaptación social y escasa tolerancia de las frustraciones.
El alcoholismo es, asimismo, una enfermedad crónica y se considera una adicción de las más habituales y peligrosas, ya que por lo regular termina con el fallecimiento de quien la padece.
el alcohol ejerce influencias depresoras sobre todas las funciones psicológicas y que afectan más las funciones simples que las complejas, el consumo de bebidas alcohólicas en determinadas cantidades, ritmo y frecuencia perjudican la personalidad de la conducta del hombre, originando cambios, lesiones, sufrimientos y todo esto trae como consecuencias problemas al organismo tanto físicos como psíquicos, produciendo inestabilidad, agresión, angustia, depresión y confusión mental.

El uso del tabaco puede abrir el paso a otras adicciones. Los fumadores son casi 14 veces más propensos a abusar del alcohol, cien veces más susceptibles de usar marihuana y 32 veces más inclinados a usar cocaína.

La dependencia del agente adictivo hace que el adicto sienta cada vez más vergüenza y rechazo a sí mismo, lo que empeora la creencia de que nadie puede amarlo de verdad.

De ese modo fortalece su convicción de que solo él puede satisfacer sus propias necesidades porque nadie más puede hacerlo, lo cual, a su vez, inevitablemente refuerza la noción de que el agente adictivo es la única cosa que él conoce que puede contrarrestar su dolor emocional.
Por desgracia, superar una adicción no es fácil. Muchas personas creen que pueden superar el problema solas, pero eso no funciona en muchos de los casos. La mayoría de las personas que logran dejar las drogas o el alcohol necesitan ayuda profesional y espiritual para lograrlo.

La recuperación de una adicción a las drogas, alcohol u otra patología no termina con un programa de algunas semanas o meses. Es un proceso para toda la vida. Nadie debe esperar una fórmula mágica, como una especie de pastilla para ingerir y lograr la curación.

Generalmente salir de la adicción es cuestión de fe, basada en principios básicos cristianos que deben considerarse para enfrentarlo. Debido a que la adicción es, en gran parte, un problema espiritual, la solución también debe ser espiritual.

Muchas terapias están enfocadas en un cambio de conducta. La terapia de Dios es transformar los pensamientos y creencias erradas del enfermo. Cuando esto sucede, también la conducta va a ser modificada gradualmente.



Casi siempre son situaciones que se prolongan en el tiempo, porque la persona que sufre la patología raramente reconoce serlo. Muestra tendencia a mentir, incluso a los seres más próximos para agenciarse dinero y seguir con su adicción.



Tus pulmones estarán demasiado negros e intoxicados por tanto humo de cigarro, lo cual provocará cáncer, sequedad cutánea, esterilidad en mujeres, impotencia, raquitismo (madre fumadora), neumonía, desordenes hormonales, problemas vasculares periféricos, osteoporosis; tu hígado estará cocido por tanto alcohol, y provocará hipertensión arterial, cardiopatías, encefalopatías, cirrosis hepática, gastritis, úlceras gastroduodenal, cáncer, alteraciones relativas al sueño, deterioro cognitivo, agresividad, demencia, psicosis, depresión, así como diversas disfunciones sexuales; y qué decir de las drogas, insomnio, nerviosismo, euforia, confusión mental, depresión del sistema nervioso, taquicardia, cáncer, psicosis, alucinaciones, delirios de persecución, y la muerte.

Lo que la mayoría de la gente no comprende es que con frecuencia un vicio o una mala costumbre es algo más que una simple reacción natural que tenemos inculcada. 
Cuando se tiene cierta debilidad y se cede a ella durante un tiempo bastante prolongado, muchas veces tiene raíz en la dimensión espiritual, donde Dios y Sus fuerzas angélicas por un lado, y el Diablo y sus malos espíritus por el otro procuran influir en nuestros pensamientos y acciones.

Para superar un vicio, lo primero que hay que hacer es librarse de la fuerza espiritual que lo causa. Cabe mencionar los demonios del alcoholismo, de la toxicomanía, del tabaquismo, del juego, de la gula y de los desórdenes alimentarios como la bulimia y la anorexia.
Aunque esos son algunos de los vicios más evidentes, hay otros, como por ejemplo el odio, el resentimiento, el orgullo, los celos, la ira, el pesimismo, la manía de criticar, de decir mentiras o de engañar. 
Las fuerzas espirituales que atan a las personas a estos últimos vicios pueden ser igual de intensas y destructivas que las que impulsan a algunos a jugar, a consumir narcóticos o a abusar del alcohol.
http://goo.gl/GpPhji

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