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martes, 23 de agosto de 2016

superar el dolor



La vida no siempre es dulce y colorida. A veces llegan momentos que no esperábamos, tales como una enfermedad, la pérdida de un ser querido, una separación o divorcio, y otras situación difícil.

El dolor es tan intenso que no hay quien pueda mitigarlo, no hay lecturas, no hay canciones, no hay paños tibios en la frente, no hay medicina alguna que calme el dolor de ese momento.

El dolor es una realidad inevitable de la vida.  Podemos aceptar el dolor y crecer en la vida a través de el. Si corremos en la vida huyendo del dolor a la final terminaremos eliminando los sanos placeres de la vida, ya que el dolor da a luz el mejor y sano placer de la vida.


Vivimos en un mundo instantáneo donde nadie quiere pagar el precio del dolor. Hoy se pueden obtener títulos sin estudiar, cosas sin pagar y hasta hijos sin engendrar, pero todos sabemos que el placer no es el mismo.
Cuando un ser humano, una familia o una sociedad busca el placer, la comodidad y la vida sin dolor sabemos que se está tomando el camino peligroso y la vida sin raíces.  Muchos imperios mundiales cayeron por que buscaron la comodidad sin pagar el precio.

Tenemos muchas lecciones cruciales que aprender, conflictos que resolver y metas que alcanzar pero nada de eso está exento del dolor es el dolor de crecer el dolor de madurar el dolor de triunfar y el dolor de morir para poder vivir.

Nos encontramos con la historia de Job un varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal, ese era el concepto que Dios tenia acerca de el, sin duda alguna era un hombre que realmente estaba haciendo las cosas bien delante de Dios de otra forma Dios no se expresaría tan bien de él.
Job paso por dificultad, aflicción, enfermedad, paso momentos de calamidad en su vida, solo imagínate perdió sus pertenencias materiales, perdió a sus hijos y para colmo de males sobre el vino una enfermedad que provoco las burlas y las humillaciones de los demás, no se sabe cuanto tiempo duro esta prueba de Job.

Pasar por dificultades económicas y enfermedades es muy duro pero Dios no pondrá una carga tan grande que tu no la puedas soportar ni sobrellevar, El lo tiene todo fríamente calculado.

Cada cosa que Él me permite hacer mueve mi corazón a gratitud por sus bondades y misericordias.
Difícil pensar que nuestra vida puede cambiar de un instante a otro, cuando quizá nos encontrábamos en uno de los episodios más bonitos de nuestra vida, en donde todo era una absoluta paz, pero que de repente todo cambia cuando lo imprevisto toca a nuestra puerta.

Eso imprevisto puede ser una dura enfermedad detectada a un ser querido o a ti mismo, la pérdida del empleo cuando más lo necesitabas, el fallecimiento de alguien a quien amabas y al cual esperabas disfrutar mucho más tiempo u otro suceso que te roba la paz que hasta entonces disfrutabas.

Y es que cualquier de los sucesos imprevistos que mencione puede llevarte rápidamente de un estado anímico bueno a uno no tan bueno, y es que no vamos a negar que cuando la mala noticia llega por alguna razón nuestros ánimos se vienen abajo, no conozco a nadie que en el instante de enterarse de una mala noticia sonría, pero si conozco muchos que de la sonrisa puede pasar al llanto en un solo segundo.
Tal vez haya personas que dependan de ti y ellos esperan que te recuperes y sigas siendo ejemplo para ellos, o esperan que seas la persona que provea para sus necesidades. Dios te ha dado, amor, poder y dominio propio y desechando el temor, el miedo al futuro, vas a salir adelante.

Y no es que Dios no quiera ayudarnos, o que haya desaparecido, ni tampoco que no esté interesado en lo que nos está sucediendo, sino que hay sucesos que tenemos que vivir, que enfrentar, que experimentar, aun cuando no haya nada que disfrutar, y es que si no probamos esos momentos no podemos valorar los buenos tiempo y no necesariamente para valorar los buenos tiempo tienen que ocurrir esos sucesos a veces hasta desagradables.


Dios es nuestro sanador integral, vino a sanar, restaurar y liberar el espíritu, alma y cuerpo del ser humano. Por eso entonces debemos con confianza acercarnos al Señor, y permitir que restaure nuestra mente, voluntad y emociones para ponernos a Su servicio completamente. Dios sana y renueva el alma herida y quebrantada.

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