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lunes, 3 de octubre de 2016

Aprende a amar la paz y a desearla con el corazón

paz

Muchos viven en zonas donde las guerras, los disturbios políticos, la violencia étnica y el terrorismo son cosa de todos los días. En otros casos, lo que perturba la paz son los delitos, las actitudes hostiles y los problemas en el trabajo o entre vecinos. Y por si fuera poco, es muy común ver que muchos hogares, en lugar de ser remansos de paz, son verdaderos campos de batalla.


Algunos anhelan paz en la política. Otros añoran la paz mental, financiera, social y hasta física. Pero la mayoría del mundo parece creer que algún cambio externo en las circunstancias será lo que traiga paz duradera.

Muchos temen a la guerra nuclear, así que piden por la paz mundial para que las naciones no se aniquilen unas a otras. Aún con la corriente actual de desarme, las naciones nucleares todavía tienen suficientes armas para exterminar la vida en este planeta.

Algunos anhelan la paz doméstica, agobiados por constantes conflictos en sus hogares, que se han convertido en campos de batalla.

Hay otros que buscan paz a través de la seguridad financiera. Cada día verifican ansiosamente la bolsa de valores. Están serenos si el mercado sube, pero cuando baja están agitados.
Algunos rehuyen constantemente a los cobradores, buscando excusas y andando con rodeos. ¿Quién puede tener paz viviendo así? Es difícil tener paz cuando diariamente estamos ahogándonos en deudas. 
A menudo, los que buscan la paz se aislan de ella al convertirse en víctimas de sus enemigos -tales como el miedo, codicia, ambición, envidia, ira y orgullo. Aquellos que adopten estas características no pueden tener paz.

Deben dejarlas ir para hacer lugar para la paz de Dios y cultivarla. No podemos aferrarnos al orgullo o codicia y después decir, “Dios, dame la paz.” Primero debemos desahuciar a esos enemigos de nuestro corazón.

Dios te llama a estar en paz, pero también desea que seas un hacedor de paz. Que compartas esa paz con otros. No la guardes para ti porque, como la felicidad, es algo que retienes al darla. Jesús dijo, “Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios” (Mateo 5:9)

¿Cómo haremos para ser hacedores de paz? 
¿Convertirnos en políticos con un lugar en las Naciones Unidas?

Como pacificadores cristianos debemos invitar a nuestros semejantes a que hagan la paz con su Dios. Esa es la responsabilidad principal.
En el mundo tendrá tribulaciones, pero tenga buen ánimo, porque Jesús venció al mundo por usted. Cristo dijo que no importa lo que ocurra en el mundo, usted puede tener paz. “ Estas cosas os he hablado para que en mí tengáis paz” (Juan 16:33). Jesús es el mejor ejemplo de paz; no permitió que las circunstancias externas destruyeran su paz interna con el Padre.
Su paz no dependía de ausencia física de hambre o tortura; más bien fluía de un profundo pozo interior. No dependía de su condición financiera o aceptación social. Su propio pueblo lo abandonó, pero Él mantenía la paz. Tampoco se apoyaba en la dicha doméstica ya que su propia familia lo malinterpretó.

Paz en la mente y en la conciencia.
Paz en las escuelas.
Paz en los parques,  teatros,  centros comerciales y en el templo.
Paz en el corazón de los niños adultos y ancianos.
Paz en el matrimonio y en la familia.
Paz en los pueblos y ciudades.
Paz para el adolescente rebelde .
Paz para la población vulnerable
Paz para el marginado y víctima de la discriminación.
Paz para el que sufre los abusos de los más fuertes.
Paz emocional.

Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y sus mentes. Cuando nos enteramos de la forma de sustituir nuestra tendencia natural a preocuparnos con la oración con acción de gracias, Dios nos dará una paz que sólo Él puede dar. La Biblia se refiere a esta paz como una que trasciende nuestro entendimiento. Eso significa que no hay manera de que nuestra mente natural pueda conocer posiblemente este tipo de paz.

La gente de hoy buscan la paz en todo tipo de cosas y en otras personas. Pero todos estos palidecen en comparación con la paz que Dios nos puede dar. El pensamiento humano nunca podría desear el nivel de paz que Dios desea darnos. Eso es porque esta paz de Dios trasciende nuestra comprensión. 
Es superior a cualquier disposición de paz en esta tierra. Aunque nuestra mente ni siquiera puede imaginar esta paz, la buena noticia es que Dios nos la concede a nosotros cuando colocamos nuestras cargas sobre Él a través de la oración.
¿Cómo es posible que tengamos paz aún cuando todo está revuelto a nuestro alrededor? Solo porque Cristo vive en nuestros corazones, es porque Él nos da la Paz de manera diferente a como percibe la paz este mundo, la tenemos aún en medio de los problemas, aún cuando haya conflictos estaremos tranquilos.
Podemos estar seguros que Dios tiene cuidado de nuestra mente, de todo lo que se maquina en ella, de lo que dejamos entrar, y de nuestros sentimientos.  Mientras vivimos bajo la cobertura de Cristo somos más que vencedores.

Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias.  Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

Filipenses 4:6-7


Que Dios los bendiga y los guarde espero sus comentarios y sugerencias y hasta pronto.

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